sábado, 2 de enero de 2016

DERECHOS HUMANOS, DEMOCRACIA Y UNIVERSIDAD


Un nuevo año se inicia. Los peruanos, uno más entusiastas y a la vez más pudientes que otros, celebran, brindando, comiendo, bailando, casi hasta el amanecer. A las 12 de la noche en punto, hicieron el consabido brindis con el champán, el vino blanco o cualquier líquido espirituoso al alcance del bolsillo. Y todos nos deseamos un feliz año 2016.   
Por supuesto que ninguno, en esos momentos, se pone a pensar en lo que se nos viene en el país. No es el momento. No seas aguafiestas, dirán algunos. Brinda. Vive la vida. Abraza a tus seres queridos y olvídate de lo demás. Al final, Dios proveerá. Es verdad, desde que tengo uso de razón, esto viene a ser como una especie de mágicas palabras, conjuro, que de tanto repetirlo, parece hacerse finalmente realidad. Algún ministro de economía, allá por agosto de 1,990, luego de descargar el shock económico sobre los hombros del pueblo, dijo: Que Dios nos ayude. Y al parecer así fue. Se sufrió mucho, la gente pobre tuvo que buscar salidas de emergencia- memorables comedores populares- para paliar el hambre, especialmente de los niños y ancianos, y los que apenas vivíamos con un sueldo, tuvimos que ajustarnos los cinturones, ahorrar al máximo, y prepararnos para la larga época de las vacas flacas, que bien flacas vinieron.
Así, el país, se enrumbó por los caminos de la modernidad, el progreso y la libertad, como decían los acólitos del régimen por entonces. Había que terminar radicalmente con el estatismo y el mercantilismo, añadirían. Se bajaron, entonces los aranceles, la importación nos inundó, las multinacionales se frotaban las manos y los productores nacionales se vinieron abajo. O te ponías a tono con la modernidad y el ajuste, o morías. Muchísimos murieron. Empezó la desactivación del estado, se remataron las empresas públicas –gollerías increíbles de por medio, por ejemplo, para la Telefónica española- y la exclusión, la pobreza extrema a que estaba sometidas millones de peruanos, continuó.
En medio de ese clima, Sendero seguía avanzando. 1990, 1991, fueron los puntos más altos del accionar terrorista. Eran 10 años, transcurridos desde aquel mayo en Chuschi, cuando un grupo de hombres vestidos con ponchos y pasamontañas, asaltaron un local de votación y quemaron las ánforas, como símbolo de combate y lucha contra la democracia burguesa, según ellos, causante de las mil y un desgracias del pueblo peruano. En esos aciagos años, miles de hombres, mujeres y niños, especialmente de las zonas alto andinas -el 85% de ellos quechuablantes- fueron los que sufrieron directamente los efectos de aquella guerra, en que el fundamentalismo senderista y sectores importantes de las fuerzas armadas, se dieron la mano, para desarrollar un tipo de enfrentamiento y combate, caracterizado por el horror y la violación de los derechos humanos fundamentales. Miles de muertos y desaparecidos – hasta ahora se siguen encontrando fosas comunes en diversas partes del territorio peruano-, cantidad de desplazados, millares de huérfanos, un sinnúmero de familiares de víctimas que hasta hoy lloran a los suyos.  
Aquel era el sombrío panorama que sirvió de base para que en abril de 1992, Fujimori y sus secuaces, dieran un golpe de muerte, a la frágil e incipiente democracia peruana.  Las principales instituciones del país, poder judicial, poder legislativo, poder electoral, medios de comunicación, y dentro de todo ello, también las universidades, fueron arrasadas, violentadas, destruidas, corrompidas.  Y ya sabemos qué es lo que ocurrió después: entronizamiento de la dupla Fujimori- Montesinos y su pandilla, para so pretexto de mantener el orden y la seguridad nacional, así como garantizar la continuidad del programa económico – aplaudido por sus corifeos de CONFIEP y similares-, saquear los recursos públicos del país, enriquecerse ilícitamente, y todavía tener el descaro de querer mantenerse en el poder por 20 o 25 años más por delante.
Cierto es que luego, a partir del 2000, la mafia cayó, los delincuentes fueron perseguidos, y años después capturados y hoy purgan justa condena por la comisión de tan bárbaros delitos. Desde entonces, la Democracia, y la defensa de los Derechos Humanos, quiso restablecerse. Bajo el gobierno de Paniagua, se trató de reconstruir las instituciones básicas, el poder judicial, la fiscalía, se instauró la Procuraduría del estado, los organismos electorales, el poder legislativo, y en el caso de las Universidades, se dio fin, a las Comisiones interventoras, de tan nefasta recordación. Era una vuelta por lo alto a la democracia, era un retorno a la preciada vigencia de los Derechos humanos.
Lamentablemente, ni el gobierno de Toledo, menos aún el de García, pudieron avanzar en la consolidación de las instituciones democráticas y el respeto a los Derechos humanos.  La corrupción, cual animal herido de muerte, se regeneró, resucitó, al interior de dichas instituciones –ello se vio claro en el accionar del ejecutivo,  del poder judicial, y del mismo poder legislativo, inundado por lobistas y narco parlamentarios-. Si algo no podrá perdonar jamás García, no será tanto el no poder ganar las elecciones del 2016, sino el que las amplias mayorías del país, ya no le crean. El tema de los narco- indultos, sí que pegó fuerte.
¿Y qué podemos decir sobre el gobierno de Humala?
En primer término, hay que tratar de encontrar una explicación a su rápida caída en las preferencias populares. Un candidato que llegó a la Presidencia con más del 50% de los votos, hoy apenas si supera el porcentaje de un dígito. ¿Por qué razón? En los últimos años lo que se vino machacando, por todos los medios de comunicación –que ahora sí actuaron en forma coordinada y al unísono- es que se trataba de un mal Presidente, que no sabía gobernar, es decir dirigir la administración del estado, que se dejaba manejar por la mujer, etc. (y ni que decir, de todo el show de las agendas de Nadine);  dejando de lado que lo esencial vino a ser que no cumplió con las fundamentales promesas que hizo al pueblo peruano, cuando tentó la Presidencia, es decir, avanzar al lado del pueblo, para producir los cambios estructurales que el país requería. En tal sentido es claro, que frente al sinuoso avance de este gobierno, quienes finalmente han marcado la pauta, no son ni Nadine, ni Castilla, ni ahora Segura, sino aquellos poderes nacionales y multinacionales, que al final –como alguna vez, lo dijo Sinesio López- al poco tiempo de la asunción del poder, cual si fuese un nuevo Atahualpa, lo capturaron, lo secuestraron.
Es solo de esa forma que encuentra sentido, por qué se deshizo tan fácilmente de la izquierda que lo había ayudado a llegar al poder, y cómo paulatinamente se fue divorciando más y más del pueblo, que persistía en sus reclamos más sentidos –como el caso de Conga, o recientemente el de Tía María- pero sin llegar tampoco a constituir un movimiento fuerte de oposición nacional. La derecha bruta y achorada, siguió al frente de la oposición, manejando a su antojo los medios, aprovechando al mínimo cada detalle –la superficialidad de Nadine, sus gastos en el extranjero, sus vestidos caros, las benditas agendas, etc. –para golpearlo cada vez más.  El mensaje tenía que quedar bien claro: nunca más en el Perú, ningún candidato o fuerza política, debe atreverse a poner en cuestión el estatus quo, porque si no, ya saben lo que se les viene.
Pues en este contexto es que hay que entender cómo surge la discusión sobre la problemática universitaria y la necesidad de contar con una nueva Ley.
Todos en el país, coincidimos en que la Universidad peruana está en crisis. No sólo es el tema del enriquecimiento increíble por parte de propietarios, rectores y autoridades de las universidades particulares que encontraron en la educación superior “para el pueblo” un filón de oro para enriquecerse, sino que a ello se aúnan los problemas –y aquí también entran las universidades públicas- de la formación académica y profesional de baja calidad y el marcado déficit, por no decir ausencia, en la producción científica y tecnológica (con marcadas excepciones). Pero tal como lo refieren sus autores e impulsores, entre ellos, el congresista Mora, y Manuel Burga –ex rector de San Marcos- la tarea no ha sido fácil. Desde un principio tuvieron que enfrentarse a la presión mediática de los grupos de poder –no olvidemos que la UPC pertenece al grupo Miró Quesada, dueños del emporio periodístico de “El Comercio”, Canal N,  “America TV”, etc. –quienes quisieron llevar el debate sobre la universidad al plano ideológico, sosteniendo que no es posible aprobar una ley que atente contra la libertad de empresa y la inversión privada –sustento en el DL 882, dado en la época del fujimorismo-; y por otro lado, enfrentar a la oposición de las autoridades de las universidades públicas que azuzando con el cuco del “intervencionismo” del estado y la violación de la autonomía universitaria, trataron de movilizar a estudiantes y docentes en distintas partes del país.
Cuando dicha estrategia se fue mostrando débil, y con rasgos de avanzar hacia el fracaso, sacaron de la manga, las medidas judiciales, y en coordinación con los lobbies empresariales en el Congreso –entre ellos, congresistas fujimoristas, apristas y de solidaridad nacional- presentaron recursos de amparo, y reclamos, llegando hasta el Tribunal Constitucional.
A la actualidad, todas sus estrategias fracasaron. La última, aquella en torno a la llamada Ley Cotillo, fue parada en seco con la directa movilización y rechazo por parte de los alumnos. A partir de ahí, se dio el punto de quiebre para dicha pretensión reaccionaria respecto a la aplicación de la nueva Ley universitaria. La mantención obcecada en el poder, y la abierta rebeldía de algunas autoridades como el caso del Rector de San Marcos, es cuestión transitoria. Hoy día el curso de los acontecimientos para los cambios en la Universidad va por otro lado.
Por cierto, que aún estamos a distancia de lo que deberá ser una auténtica Reforma Universitaria; hay que afinar mejor los mecanismos democráticos para la toma de las decisiones en su interior, afirmar bien un sistema universitario que concilie la necesaria supervisión por parte del estado –como cualquier otro bien público o servicio básico que se brinda en el país, como es la salud- con la necesaria autonomía universitaria bien entendida –y no como bandera para instaurar una especie de zona liberada, como se entendió décadas atrás, y que permitió la incubación entre otros grandes males, del fenómeno Sendero Luminoso -; hay que ver la necesaria atención  que tiene que brindar precisamente el Estado a las necesidades de dicha universidad, especialmente, la pública, con recursos para mejorar cualitativamente los sueldos de los docentes, y la necesaria inversión en investigación científica y tecnológica. Hay muchos puntos más para avanzar, pero hay que ser claro: la Ley universitaria aprobada, oleada y sacramentada por el Tribunal Constitucional del Perú, abre un momento histórico y un espacio para la acumulación de fuerzas para los sectores más sanos, renovadores y democráticos dentro de la universidad peruana. Lo más importante es ver si realmente en los próximos meses, es posible afirmar posiciones en la opinión pública, construir actores sociales y políticos en las universidades con participación de toda la comunidad educativa, alcanzar hegemonía y mayoría en el país pro Reforma de la universidad, poniendo en el centro de la misma, la CALIDAD EN LA FORMACIÓN ACADÉMICA PROFESIONAL, LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS acorde a las necesidades del país.
Es cierto entonces, que este 2016 se nos presenta aún incierto.  Ello porque es claro, que en el país aún quedan pendientes varios asuntos por resolver en el campo de la Democracia, de la verdadera Inclusión y del respeto irrestricto a los Derechos Humanos; y que debemos estar todos unidos para avanzar por el camino del progreso, tratando de hacer realidad el sueño de un Perú justo, donde no reine la corrupción y la impunidad, un Perú grande, un Perú digno.
No olvidemos que este 2016 es año electoral, y debemos pensar bien a quienes vamos a elegir para que nos gobiernen por cinco años más. Ojalá tengamos suficiente sabiduría, sentimiento y valores, para elegir bien.
P. Libre, 1 de enero del 2016


miércoles, 11 de febrero de 2015

PODEMOS

Envidia sana, la que me produce escuchar a Pablo Iglesias y sentir que ahí, alumbra una esperanza. Envidia sana, porque es un pueblo que ha sufrido lo suyo, y hoy, tiene una alternativa. Más allá de las ideologías, lo que Pablo ha podido lograr, es una sintonía entre las profundas necesidades del pueblo español y un sentimiento que empieza a recorrer toda España. Así como a inicios del siglo XX, Lenin sintetizó todo en las palabras PAZ Y PAN, hoy, Pablo, las sintetiza en PODEMOS. ¿Podemos, qué?
Podemos cambiar las cosas en España, podemos ser distintos, podemos aspirar a un mañana mejor para las mayorías, podemos seguir soñando con hospitales que funcionen, con escuelas que brinden un servicio educativo de calidad con equidad, podemos dejar de ser un país con altos índices de desnutrición, podemos atacar de raíz la corrupción.
Y si eso es posible allá, ¿porque no en un país más sufrido aún, como es el nuestro? Aquí sería indispensable enarbolar, construir, organizar, una propuesta similar. ¿Es más difícil? Por supuesto que sí. Aquí, la derecha histórica, viene ganando el partido, y eso significa que se ha ganado la  mentalidad de la gente. Todo el discurso de la anti política, sembrado por Fujimori y Montesinos – con antecedentes por cierto desde la época de la dictadura militar del 68- ha calado hondo. Hoy nadie quiere saber nada de la política y de los políticos. El propio Ollanta, juega con dicho discurso, y pretende enarbolar una propuesta populista y caudillista, con el pequeño e insalvable problema, de no ser él, un caudillo.
De otro lado, tenemos el baldón de Sendero Luminoso. ¿Cómo va a pretender levantar una propuesta nacional, una izquierda, que ideológicamente, sigue siendo tributaria de Marx, Lenin y Mao, una izquierda, que sigue hablando de la lucha de clases y la violencia revolucionaria, una izquierda que sigue creyendo que con hablar de materialismo histórico, de marxismo y de socialismo es suficiente para ganar el sentimiento de las mayorías?
El mundo cambió, el país cambió, y sin embargo manteniéndose las aspiraciones de justicia, de avance a la equidad, de un trato digno para las personas, las izquierdas tienen que saber sintonizar con las mayorías, saber comunicar sus propuestas –ahí el uso de las redes-, y no tener miedo a la derecha “bruta y achorada”, que ya demostró su incapacidad y su fracaso para dirigir un país, camino al progreso y la justicia.
Otro problema que tenemos en el Perú, es el del grado de corrupción, al cual los diversos gobiernos nos han llevado, al punto que hoy, un poblador peruano diga: roba pero hace obras. Qué lástima haber llegado hasta este punto, qué fracaso de la política y de la educación moral, que pésima enseñanza han dejado por aquí y por allá los pseudo políticos, muchos de ellos sentados hoy en el banquillo de los acusados y mañana sin duda, absueltos; García dixit: la plata llega sola.
Ese grave problema es el que también debe ser atacado de raíz. Ahí, quizá la sangre nueva, joven, idealista en el mejor sentido de la palabra, pueda aportar. Es tan necesario el cambio, es tan necesario que las nuevas generaciones construyan una nueva visión, no sólo política y económica, sino también moral, para desde ahí irradiar un aire fresco, renovador, especie de alma matinal al conjunto de la sociedad.
P. Libre, 11 de febrero de 2015


jueves, 16 de enero de 2014

La Megacomisión ya fue. Ahora todos a embanderar sus casas

Quizá esta expresión, aparentemente ingenua – aunque también puede ser cínica- de un aprista de pueblo, grafique en buena parte lo que en principio la retorcida mente del viejo animal político alumbró en medio de la tremenda preocupación por verse de pronto excluido de la posibilidad de seguir siendo el rey por tercera vez en estas tierras del Señor, llamado Perú.
Lo triste, en todo caso, viene a ser el hecho de que muchos peruanos hayan, finalmente, pisado el palito. Argumentos patrioteros hay de sobra: “tengo el orgullo de ser peruano”… “será un día de reivindicación nacional”… “Yo amo a mi bandera y a mi país”, etc, etc. Pero, por favor, ¿realmente piensan que un hombre como el aludido, acusado por enriquecimiento ilícito y desbalance patrimonial, por el caso de los colegios emblemáticos, los contratos del programa “agua para todos”, el caso Business Track (BTR) y el tema de los narcoindultos, pueda, de pronto, haber sufrido un súbito arranque de patriotismo, acendrado amor a la patria, y estar dispuesto si es posible a “quemar hasta el último cartucho”?
¿Acaso no lo pintó de cuerpo entero, su actuar frente al caso de nuestros compatriotas de Bagua? ¿No fue acaso él, quien habló de peruanos de 2da. Clase y pretendió pasar por encima de siglos de historia, tradiciones y cultura, intentando privatizar por decreto la Amazonía? ¿Dónde, en qué recóndito lugar, se escondía por entonces su profundo patriotismo?
¿O cuando en el 2,009 sorprendió a tirios y troyanos, diciendo una serie de insólitas frases- por no denominarlas de otra forma-, cargadas de profundo desprecio, además de desconocimiento científico, acerca de la cultura y del alma andina?- ah, por Dios, querido Arguedas, si hubieses estado vivo, quizá te hubieras vuelto a  morir- ¿Cómo es posible que un hombre así, haya ocupado el más alto cargo en el Perú –hasta por dos veces-, sosteniendo tesis tan aberrantes –sustentándose en anacrónicas ideas respecto a las razas- como las de afirmar que el peruano, en particular el hombre andino es triste, melancólico, y que se contenta con cultivar y chacchar su coca, y por otro lado, sostener que el colombiano – así, hablando en genérico y con un punto de vista sustancialista- es alegre, hiperactivo, por influencia de los genes ibéricos, del componente negro y del “antropófago primitivo” – ¿pero por Dios, qué está diciendo este señor?
Entonces, ¿ese es el hombre que el día de hoy, se rasga las vestiduras y pretende presentarse como el más auténtico y aguerrido defensor de la peruanidad?
Pero si está más claro que el agua que a él nunca la interesó la peruanidad, y por ese motivo, ni la estudió o en todo caso no entendió nada de lo que ya nos hablaron aquellos peruanos esenciales como Valcárcel, Mariátegui, Alegría, Vallejo, Arguedas, Basadre, Matos Mar, Lumbreras, Flórez Galindo, Degregori. Pero no solo eso, por lo que sí está claro es que bajo sus gobiernos se produjeron las mayores violaciones a los derechos humanos y los más grandes latrocinios en perjuicio del estado peruano, que es lo mismo que decir, del pueblo peruano.
A fin de cuentas, ¿qué es el patriotismo, que es el ser un buen peruano? No es por cierto, poner una banderita en tu casa, prenderte la escarapela en el pecho, ni salir a las calles en plan de marcha militar. A propósito de esto último, ¿acaso no crecimos creyendo que lo militar era el súmmum del patriotismo y la peruanidad? Y qué paso con los militares en el Perú, que aparte de no haber ganado ni una guerra, nos sumieron en la más profunda vergüenza en la nefasta y cercana era del fujimontesinismo, cuando de la mano del Rasputín criollo, casi se llevaron en peso el país –y ahí están ahora, muchos de esos generales, coroneles, etc. sufriendo condena en prisión- sino que se entregaron en cuerpo y alma, totalmente sometidos, a la voluntad del dictador y su compinche. Eso es vergüenza, eso es deshonor, eso es antipatriotismo.
Así que no nos vengan a contar cuentos ahora, que ya estamos bastante creciditos. Lo único que persigue, el de pronto embargado por un sentimiento abrumador de patriotismo, es volver a pescar incautos – en política, eso se llama, tratar de ganar correlación de fuerzas en el país- para que llegado el momento de las acusaciones constitucionales –pende la posibilidad de su inhabilitación política para volver a ostentar cargos públicos- y el paso al Ministerio Público y de ahí al Poder Judicial, salga la gente a defenderlo, clame la opinión pública en contra de los comunistas, de los resentidos nacionalistas y demás hierbas, a favor de él, de su candidatura y por tanto de la supervivencia del viejo cascarón aprista.
De tal modo pues amigos, que habrá que vacunarse contra esta súbita fiebre de patrioterismo, seguir llevando sinceramente en el corazón a nuestro Perú- que empieza por reconocer y asumir nuestra historia, nuestra cultura, y no despreciarla-, cumplir del mejor modo nuestro trabajo en el día a día, tratar de seguir cultivando valores del respeto al otro y la tolerancia, cuidar nuestra ciudad, practicar una cultura de paz y de convivencia pacífica, evitar todo brote de posible chauvinismo trasnochado; y en todo caso, estar dispuesto a embanderar nuestras casas, cuando los más grandes corruptos, sean realmente castigados, porque eso quedará como ejemplo para nuestros hijos – así como aconteció con la condena al dictador corrupto- de que todavía podemos seguir soñando con un Perú justo, donde no reine la impunidad, un Perú grande, un Perú digno.

P. Libre, 15 de enero de 2014
                             


domingo, 29 de diciembre de 2013

NUEVA LEY: SE ABRE UN ESPACIO PARA AVANZAR A LA REFORMA UNIVERSITARIA

En estos días se ha dado en el Congreso de la república la discusión y aprobación del dictamen de la nueva ley universitaria. Luego de batallas múltiples al interior y el exterior del Congreso - los realmente existentes lobbies se batieron en la defensa de los intereses de las universidades privadas- el dictamen finalmente fue aprobado por la Comisión de Educación, y ahora está lista para ser puesta a discusión en el pleno del  Congreso. Con ello se está abriendo una nueva etapa en el desarrollo histórico de la universidad peruana.
A nivel externo, la Comisión que preside el congresista Mora, tuvo que batirse en dos planos: por un lado, frente a la presión mediática de los grupos de poder –no olvidemos que la UPC pertenece al grupo Miró Quesada, dueños del emporio periodístico de “El Comercio”, Canal N, parte de “America TV”, etc. –quienes han ido perfilando lo que al parecer será su estrategia de combate: llevar el debate sobre la universidad peruana al plano ideológico, sosteniendo que no es posible aprobar una ley que atente contra la libertad de empresa y la inversión privada –sustento en el DL 882, dado en la época del fujimorismo-; y por otro lado, en el otro plano, enfrentar a la oposición de las autoridades de las universidades públicas que azuzando con el cuco del “intervencionismo” del estado y la violación de la autonomía universitaria, tratarán de movilizar a estudiantes y docentes en distintas partes del país.
Y sin embargo, la cuestión es muy clara. Todos, o casi todos, coincidimos en que la universidad peruana está en crisis. Las denuncias diversas por enriquecimiento astronómico de los propietarios de las cerca de 100 universidades privadas –ver las denuncias a UPC, lo que ocurre en la Universidad Garcilaso de la Vega, lo que hacen los Acuña con la “César Vallejo”, lo que ocurre con la San Juan Bautista, etc. es clara muestra de ello- a costa de la pésima calidad en el servicio educativo que brindan, así como la inexistencia de laboratorios para la investigación, bibliotecas escuálidas y atrasadas, es buena parte del problema.  Y por el lado de las universidades públicas, los problemas de la formación académica y profesional de baja calidad, el marcado déficit en la producción científica y tecnológica, ligado a las grandes necesidades nacionales, la debilidad en los procesos de planificación, administración y gestión, ligado a los problemas del clientelismo y la corrupción – sin tener la posibilidad real de ponerle un alto por parte de una autoridad superior- pinta de cuerpo entero la gravedad de la crisis.
Por lo tanto que se requiere, de modo urgente una REFORMA DEL SISTEMA UNIVERSITARIO PERUANO, es un clamor nacional. El problema es que dicho cambio estructural, no será nada fácil. Y no sólo porque en el camino, tal como se ha visto, se encontrará mucha resistencia – definitivamente en este punto se darán la mano, el lucro, la lógica de la gran ganancia, con el fundamentalismo y como, no, con los sectores más o menos desinformados- sino también porque al interior de las mismas universidades, las fuerzas o los actores que apuestan por el cambio, son aún muy débiles. Muestra de lo último, es que se ha tenido que esperar a que en medio de una coyuntura especial, aparezca por ahí, un general, que tome casi como una cuestión personal, el tema de la reforma universitaria –apoyado es cierto, por algunos congresistas que se la juegan, como Tejada, Zeballos, el pastor Lay-, para que recién despierten y se pongan en acción algunas fuerzas democráticas y reformistas al interior de las universidades.
Es cierto que la universidad peruana no cambiará de la noche a la mañana, y es cierto también que una ley –como la golondrina- no hace un verano, pero lo que sí es cierto es que con la aprobación de dicha ley – que tiene un montón de vacíos, imprecisiones, defectos- se abre un momento y un espacio para la acumulación de fuerzas para los sectores más sanos, renovadores y democráticos de la universidad peruana. Derrotar a las oscuras fuerzas del poder económico –universidades privadas-, así como a las fuerzas pro status quo –y por tanto, reaccionarias- en las públicas, no será fácil, pero ahí está el gran reto. Que en la discusión que se abre, se precise el carácter y la composición del organismo supervisor – mal llamado Superintendencia, es cierto-, que se determine si se avanza a la anulación del DL 882, que se afine cuánto es lo que debe destinarse para la investigación científica y tecnológica, la conformación de los órganos de gobierno en la universidad, etc. siendo cosas importantes no viene a ser lo más importante. Lo más importante es ver si realmente es posible ganar posiciones en la opinión pública, construir actores sociales y políticos en las universidades con participación de toda la comunidad educativa, alcanzar hegemonía y mayoría en el país pro Reforma de la universidad, poniendo en el centro de la misma, la CALIDAD EN LA FORMACIÓN ACADÉMICA PROFESIONAL, LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS acorde a las necesidades del país.
Ahí está el gran reto, todo los otros, son aspectos que se irán conquistando en el camino. Dicen que soñar no cuesta nada, pues debemos seguir soñando con que algún día, nuestras universidades recuperen su rol de conciencia pública de la nación, así como recuperen su prestigio como centros de producción científica y tecnológica, acorde a las necesidades del país. Todo ello, a su vez, nos permitirá, insertarnos de modo firme, en el acelerado proceso de producción de conocimientos a nivel mundial, vía regia para avanzar por el camino de la soberanía nacional.
P. Libre, 28 de diciembre 2013


NUEVOS ROSTROS, NUEVOS VIENTOS

Con grata sorpresa he podido ver y escuchar la entrevista que CNN Chile, realizó a las dos, hasta hace poco destacadas dirigentes estudiantiles y hoy flamantes diputadas, Camila Vallejo y Karol Kariola.
En principio, no se puede disentir del presentador cuando dice que ambas son exponentes mayores, no solo de la juventud, sino y principalmente de la belleza femenina chilena. Sin embargo, siendo ello importante, no es lo más importante. Porque uno,  a estas alturas de la vida, podría decir, que efectivamente, hay muchachas muy bellas – y aquí en el Perú, por supuesto que las hay, con todas nuestras peculiaridades de raza, de tono de piel y de cualquier otro aderezo- y también muy inteligentes, pero tampoco ello vendría a ser la cualidad más distintiva de las entrevistadas. No. Realmente lo distintivo- y eso es lo que llamó mi atención- fueron sus principios, sus convicciones y sus niveles de compromiso.
Resaltar dicha cualidad en los tiempos actuales, pareciera una cuestión pasadista. Porque ¿quién habla de principios en estos tiempos? Hace unos días, cuando nuestro Vargas Llosa, respondió ante un pedido de Luciana León para que apoye un pedido de exoneración tributaria para las regalías de los escritores contestó que no podía hacerlo “por razones de principios”, la otra se quedó lela, sin poder entender que cosa era lo que nuestro Nobel le estaba diciendo. Y es que el día de hoy, tiempo de la civilización del espectáculo como diría el mismo Mario, lo que prima como móvil del comportamiento humano, no son de ninguna manera las ideas, los principios, las convicciones, que va. Si a un muchacho de hoy, más aún en el Perú, le hablamos de teorías, de doctrinas, de principios, nos miran como a bichos raros, pensando de seguro, que pertenecemos a eras geológicas ya sepultadas por los cataclismos de la historia. Lo que hoy en día, determina el comportamiento de nuestra gente es el cálculo rápido de cuánto es lo que puede ganar con tal o cual acción, lo que prima es si mañana puedo salir en los medios y tentar la gloria de la popularidad, lo que prima es estar en el centro de la noticia, no importa si es que tenemos que hacer el ridículo, o si tenemos que sacar todos nuestros trapitos sucios al aire, no, nada de eso importa, lo importante es ganar dinero, fama, popularidad. Si lo lograste pues ya la hiciste.
En ese contexto llama la atención las declaraciones de jóvenes como la Camila y la Karol. No estoy de acuerdo necesariamente con todas sus ideas, percepciones y apreciaciones sobre la realidad social latinoamericana, sobre la revolución cubana, sobre la democracia, pero sin lugar a dudas no puedo dejar de reconocer que significan un viento fresco en el alicaído y ensombrecido panorama de la política latinoamericana y con mayor razón, política peruana.
En particular es clara y fundamentada su percepción y apreciación de lo que ocurre con la educación. La tesis de que ésta no puede seguir siendo entendida como bien de consumo – a la manera de un televisor, de un auto, de un departamento, etc.- y por lo tanto, al que quiere celeste que le cueste; sino que debe ser entendida como un derecho de todos los ciudadanos de una república, y en tal sentido, es responsabilidad del estado garantizar dicho acceso a la educación en todos sus niveles, con la calidad correspondiente, de todos los niños y jóvenes de esa sociedad. Esto es concordante con la tesis de que no existe ninguna razón, ni lógica, ni moral, que nos empuje a diseñar sistemas, modelos e instituciones educativas de diferente calidad, de acuerdo a la capacidad adquisitiva de las personas. ¿Por qué razón, un niño de Quintaojos –alturas de Huancavelica- no puede acceder a una educación, con el mismo nivel de calidad, a la que accede un niño de San Isidro o de Monterrico?
En realidad cuando podamos avanzar hacia ello, se habrá dado realmente la gran transformación en el Perú. Por supuesto que no es solo eso. Es también el hecho de que aquellos niños accedan a viviendas con los servicios básicos garantizados: agua, desagüe, electricidad, gas natural, internet. Igualmente a servicios de salud, de la misma calidad a la que accede el hombre, o el niño, de Monterrico o La Planicie.
Ahí está el gran reto de la política de los próximos años en el Perú. Claro, lo cual empieza por quitarle la connotación de mala palabra que tiene ésta en nuestro medio. Tendremos que ir entendiendo que un país solo puede cambiar a través de la política. No hay otra forma, y en las democracias, ello pasa por lograr hegemonía cultural e ideológica –como ya lo decía  Gramsci- que al final se expresará en los votos.
Bienvenida pues, la irrupción de estos nuevos rostros, que sin duda, refrescan la avejentada y desprestigiada faz de nuestra política criolla.
P. Libre, 26 de diciembre de 2013






viernes, 6 de abril de 2012

Vallejo, Ribeyro, ¿influencia negativa para el alma nacional?

Hace menos de un mes, días antes de celebrar un aniversario más del nacimiento de Vallejo, patrimonio no solo nacional sino de toda la humanidad en el campo del arte y la creación literaria, a un sujeto con nombre de subdesarrollado cantante pop, se le ocurrió decir –casi digo rebuznar- en un diario de circulación nacional, que el gran poeta, habría influido “de manera negativa en el subconsciente de los peruanos”.  Y ponía como argumento de tan peregrina tesis, aquel impactante verso que dice: “Yo nací un día en que Dios estuvo enfermo”. De paso también la emprendía contra nuestro inigualable Julio Ramón Ribeyro, diciendo que su obra “sublimaba y endulzaba el fracaso”.
Sabemos bien que la ignorancia puede ser muy atrevida, pero en este caso pareciera que algo más de fondo se mueve. Ya lo decía el gran Sábato, la verdadera justicia respecto a la obra humana, solo es posible viniendo de espíritus excepcionales, hombres de extrema sensibilidad y generosa lucidez.  También a algún imberbe en su momento se le ocurrió decir que Stendhal, el superlativo escritor de “Rojo y negro”,  tan solo era un payaso,  o que a muchos, solo les produjera estólida sonrisa, la obra recién estrenada del inmenso Brahms.  De esos, la historia nos ha reportado a montones.
Y entonces por Dios, quien es el tal señor La Torre, para venir a decir tamañas barbaridades sobre acaso nuestros dos más grandes escritores. El caso es que ello, aparte de ser completamente inadmisible por su peregrino sustento, solo puede entenderse como expresión de una sorprendente pobreza de espíritu y un completo desconocimiento de lo que trata el verdadero arte y la gran literatura.
El verdadero escritor, el verdadero artista, es aquel que al escribir trata de expresar los tormentos, las pasiones, el dolor, que puede habitar en el fondo del alma humana. Trata de ser acaso, el portador de aquello que viene de tan lejos, vehículo por medio del cual se expresen los grandes dramas del ser humano; trata, no tanto de entender, pero si de dar testimonio de qué fue lo que pasó y movilizó los sentimientos de Edipo cuando, alejado de sus verdaderos padres, descubre un día por el camino al monarca de Tebas y lo mata, para luego, ser coronado Rey desposando, y haciendo suya, a su madre; trata de ponerse en el pellejo de que sintió y vivió aquel hidalgo caballero que harto de la gris y cotidiana existencia, retoma los grandes ideales que se iban perdiendo y se dedica a recorrer el mundo, luchando contra los amenazantes molinos de viento – metáfora del horror y la injusticia- y defiende a las damiselas de entonces, no importando ser tildado de loco; o también trata de expresar qué pudo ocurrir en la mente de un joven idealista, que a cierta edad, lo deja todo y se va a recorrer el mundo, en realidad, a luchar por los ideales de justicia y de igualdad entre todos los hombres, inmolándose de repente en el camino; o quizá sin querer ser tan grandilocuente, trata de expresar también, el terrible drama humano que vive Martín, sentado en una fría banca de cemento, muy cerca de la entrada al cementerio de La Recoleta, cuando evoca la tarde cenicienta en que ahí mismo, escucha de pronto una voz de mujer joven que lo llama, y cuando voltea, aquel muchacho, profundamente solitario, se encuentra con el rostro, sufrido, atormentado, pero provisto de una misteriosa belleza, y conoce a Alejandra, mujer que cambiará su vida y que hasta cierto punto, marcará también su muerte.
He ahí los grandes asuntos de la condición humana que un escritor tiene que saber expresar. Se puede escribir sobre tantas cosas, se puede decir que nada no es extraño pues todo es humano, pero se escribe con gravedad o se escribe con superficialidad, se escribe, sintiendo en las entrañas todo el dolor del mundo - Oh Vallejo, cuanto hiciste por nosotros- o se escribe, como quien, simplemente se toma una Coca Cola; se puede escribir como cuando escuchamos a Brahms, y sentimos en lo más profundo del alma, el atávico sonido de los cornos en la 1era sinfonía, o se puede escribir, como quien escucha simplemente a los Wachiturros. He ahí la diferencia.
Y eso no tiene nada que ver con ser un escritor pesado o uno ligero. Se puede leer de un tiro a Corin Tellado, a Bayly, acaso algunas obras de Allende,  o se puede leer con cierto detenimiento a Dostoievski, a Faulkner, a Beauvoir, a Sábato, a Vargas Llosa –en “El sueño del Celta”, por ejemplo-, pero que queda de los primeros, nada. De los segundos, queda la inquietud, la zozobra interior, la prístina sensación de que por un momento, acaso tan solo, por un momento, hemos bordeado las profundidades del alma humana, y que hemos vibrado, nos hemos emocionado, acaso hasta hemos derramado algunas lágrimas con el sufrimiento, con el dolor, con la muerte o desaparición de aquellos entrañables personajes.
El arte, y dentro de ella, la poesía y la literatura, tendría aquella virtud. Virtud de poder mostrarnos la complejidad, el drama, el sufrimiento, por que no, también el goce, del alma humana. Frente a la histórica separación de ciencia y arte, frente a la metafísica división entre lo racional y lo relacional – interacción entre los hombres-, ante la discutible separación de la lógica por un lado, y el misterio y el mito, por el otro, la poesía, el cuento y la novela, pueden ser las formas por excelencia para retratar de modo total la condición humana.
Así pues, decir que Vallejo y Ribeyro, no contribuyen, por su supuesto pesimismo o su inclinación al fracaso, a la construcción del alma nacional, es no haber entendido absolutamente nada del arte y la literatura, y tan solo podemos decir que expresaría la pobreza, es más, la indigencia interior de alguien que jamás habrá vibrado con la humana turbulencia interior que se percibe en el bellísimo 2do. Movimiento de la 5ta. Sinfonía de Beethoven, o que no ha sentido nada frente al profundo dolor humano que muestra Vallejo cuando dice:
“Un hombre pasa con un pan al hombro,
¿Voy a escribir después sobre mi doble?”
o emocionarse acaso hasta las lágrimas con el terrible desenlace de “Interior L” de Ribeyro.
Ese tipo de personas, entonces, qué podrán sentir cuando ante sus ojos, aparezca una humilde mujer reclamando por su hijo o su nieto desaparecido; o qué podrán sentir o decir, cuando de pronto, algún liderzuelo aparecido de la nada, gana las elecciones, luego destruye el sistema democrático que le permitió llegar al poder, e instaura la más terrible corrupción de la que tenemos memoria.  ¿Ello construye o no construye el alma nacional?
Es de esa forma entonces, que el arte, la literatura, Vallejo y Ribeyro –también por supuesto Arguedas, Rivera Martínez, Gutiérrez, Vargas Llosa y otros grandes peruanos-, pueden pues contribuir a la construcción del hombre nuevo, a afirmar en el centro del alma humana, precisamente aquello que nos distingue de las bestias, el respeto a la vida, el aprecio y respeto al semejante, la igualdad y la solidaridad entre todos los hombres del mundo.
P. Libre 6 de abril de 2012

                                        

domingo, 29 de enero de 2012

Ignorancia nuestra de cada día…


Un amigo, alto funcionario de la Universidad de San Marcos, me contaba unos meses atrás, que habiendo ido a dar una conferencia a un grupo de empresarios de la reverenciada CONFIEP, y habiendo en la misma, mencionado a una serie de personajes de la cultura peruana, entre ellos con mayor énfasis a José María Arguedas, quedó sorprendido cuando al final de la misma, un hombre, muy bien vestido – acaso Gerente de alguna empresa minera- le dijo: Doctor, muy interesantes los planteamientos del tal señor Arguedas…¿por si acaso Ud. tendrá su correo electrónico?
Converso con una colega joven de la Universidad – estudió la carrera desde mediados de los 90-  respecto a la historia política de San Marcos y de la izquierda peruana, sobre lo que acontecía en la época en que Sendero, recorría los pasillos, lanzando a viva voz, consignas a favor de la Guerra popular y del Pensamiento Gonzalo, durante los 80 y le parece algo increíble. Es una historia que nadie le había narrado.
Veo, hoy domingo, una caricatura del excepcional Carlín en “La República”, donde aparece una gorda periodista de la televisión nacional mostrándoles una foto con el rostro del omnímodo jefe de Sendero a un grupo de despistados  y bien tatuados jóvenes, quienes desafiantes contestan diciendo: solo tasamos a la gente de la farándula, pe´tía…
Y entonces me pongo a pensar en qué es lo que ha pasado en el país, en los últimos 20 años y de qué forma hemos venido educando – como sociedad entera- a nuestros niños y jóvenes.
Los resultados de las diversas evaluaciones internacionales (LLECE 1996, LLECE 2006, PISA 2001, PISA 2003, PISA 2009,) indican que nuestros niños y adolescentes ocupan los últimos lugares de América latina y el mundo en lectura, matemáticas y ciencias. Las propias evaluaciones del Ministerio de Educación del Perú, a regañadientes, han tenido que aceptarlo: nuestros niños de los primeros grados de primaria, no entienden lo que leen. Cuando dichos alumnos terminan su secundaria, luego de haber asistido 11 años a la escuela, son evaluados y resultan siendo Analfabetos funcionales (Gonzáles, 1996).
Y entonces uno dice: Por Dios, que mal estamos. Y pensamos entonces en el fracaso de la escuela, y por ende, lo mal preparados que deben estar nuestros profesores. Todo aquello puede ser cierto. Pero el problema parece que va más allá. Hace un tiempo, en este mismo blog cuando alcanzaba un comentario sobre la película alemana: La cinta blanca, decía, a propósito del autoritarismo en la educación peruana, que el real problema de fondo era que desde ningún punto de vista se estimula, se incentiva, se promueve el pensamiento crítico e independiente en nuestros alumnos:

“En nuestro país, especialmente en las serranías del Perú, el individuo, la persona, mas adelante, el ciudadano, no está formado y capacitado para pensar, tomar decisiones y a fin de cuentas, gobernarse a si mismo. No. Él siempre necesitará de otro u otros, que piensen, decidan y gobiernen su vida”.

Ahora viendo todo lo que está ocurriendo, diríamos, que el problema es mayor. En realidad, no se promueve el pensar, a secas, sin adjetivos.

Hundidos todavía en medio de una educación repetitiva, plena de lugares comunes, harta de creencias y supersticiones – quedó siempre sorprendido, cuando profesores que han asistido a la universidad, creen que pasando el cuy a los niños, efectivamente éstos se curan-, escuelas donde cada día, la lectura y el amor a los libros se ha ido dejando de lado, dando paso en los últimos años a un bombardeo nefasto -cuyas consecuencias precisamente ya estamos apreciando- de la imagen; el panorama que se presenta realmente es aterrador.

Hoy día, los niños, crecen amamantados por la imagen. Todo viene de la televisión – la casi oligofrénica historia de “Al fondo hay sitio”, barre los ratings de sintonía- , las chicas y chicos de hoy, se regodean, espectando los concursos de bailes sabatinos, soñando con algún día, estar ellos mismos ahí, siendo admirados. Que pobre aspiración la de estos tiempos. Los que se dicen, espacios humorísticos, no son más que lugares de encuentros de supuestos chistes del peor gusto, todo ello entremezclado con dosis de travestismo y golpes. Lo importante, ahora es saber cómo le irá en su nuevo matrimonio a la otoñal mujer que hizo famoso su 13, y todavía le sacan primeras planas en los diarios al día siguiente, por el pleito que hubo el día de su boda. Pero por Dios, ¿puede ser noticia de interés nacional, lo que le pasa a una patética señora, que aún se alucina como vedette?
Pero ese es el nivel en que nos movemos. ¿Donde pues, la cultura, donde los buenos libros? Puede el chico o chica de hoy, sentarse a leer, aunque sea por un par de horas, ya no digamos a Dostoievski – por que sonará sin duda, a naftalina- pero por que no leer a Larsson y sus impresionantes historias que pintan la naturaleza humana, en “Millenium”. ¿Donde, la buena música? Aparte de Chacalón, del grupo 5 y de la mecánica del folklore, puede también acercarse a escuchar, ya no a Mozart, Bach o Brahms, sino un buen concierto de Rachmanninov o deleitarse con la hermosa “Rapsodia en azul” de Gershwin. ¿Y donde el deleite ante un buen film? Acercarse a la magistral obra, del último duro de Hollywoood, Cleant Eatswood, no para verlo en “Por unos dólares más” – que también podría ser- sino en sus últimas magistrales creaciones: “El gran Torino”, “Río místico” o “Los imperdonables”.
Pero quizá lo más lamentable de todo este apocalítico panorama, es que la palabra, finalmente, ha ido quedando de lado. Especialmente, la palabra escrita. Aquel gran invento moderno- gracias Gutemberg-, los libros, puestos al servicio de todo el mundo, sufren una crisis de inanición. Llegó la internet, con todas sus bondades – acceso libérrimo a la información mundial- es cierto, pero también con toda su basura. Y en todo caso, ahí, igualmente reina casi de modo absoluto, la imagen. Hoy en día, si no tienes fotos o videos subidos a youtube, no existes.
Y entonces, hoy nos enfrentamos a este duro trance. Acercarse a un adolescente peruano de hoy, con un libro en la mano, es casi como acercarse con el crucifijo al vampiro de la noche. El muchacho siente escalofrío, y en lo más profundo de su mente, piensa, alimentando rabia: Éste quiere que lea

Pueblo Libre, 29 de Enero de 2012