Envidia sana,
la que me produce escuchar a Pablo Iglesias y sentir que ahí, alumbra una
esperanza. Envidia sana, porque es un pueblo que ha sufrido lo suyo, y hoy,
tiene una alternativa. Más allá de las ideologías, lo que Pablo ha podido
lograr, es una sintonía entre las profundas necesidades del pueblo español y un
sentimiento que empieza a recorrer toda España. Así como a inicios del siglo
XX, Lenin sintetizó todo en las palabras PAZ Y PAN, hoy, Pablo, las sintetiza
en PODEMOS. ¿Podemos, qué?
Podemos cambiar
las cosas en España, podemos ser distintos, podemos aspirar a un mañana mejor
para las mayorías, podemos seguir soñando con hospitales que funcionen, con
escuelas que brinden un servicio educativo de calidad con equidad, podemos
dejar de ser un país con altos índices de desnutrición, podemos atacar de raíz
la corrupción.
Y si eso es
posible allá, ¿porque no en un país más sufrido aún, como es el nuestro? Aquí sería
indispensable enarbolar, construir, organizar, una propuesta similar. ¿Es más
difícil? Por supuesto que sí. Aquí, la derecha histórica, viene ganando el
partido, y eso significa que se ha ganado la
mentalidad de la gente. Todo el discurso de la anti política, sembrado
por Fujimori y Montesinos – con antecedentes por cierto desde la época de la
dictadura militar del 68- ha calado hondo. Hoy nadie quiere saber nada de la
política y de los políticos. El propio Ollanta, juega con dicho discurso, y
pretende enarbolar una propuesta populista y caudillista, con el pequeño e
insalvable problema, de no ser él, un caudillo.
De otro lado,
tenemos el baldón de Sendero Luminoso. ¿Cómo va a pretender levantar una
propuesta nacional, una izquierda, que ideológicamente, sigue siendo tributaria
de Marx, Lenin y Mao, una izquierda, que sigue hablando de la lucha de clases y
la violencia revolucionaria, una izquierda que sigue creyendo que con hablar de
materialismo histórico, de marxismo y de socialismo es suficiente para ganar el
sentimiento de las mayorías?
El mundo
cambió, el país cambió, y sin embargo manteniéndose las aspiraciones de
justicia, de avance a la equidad, de un trato digno para las personas, las
izquierdas tienen que saber sintonizar con las mayorías, saber comunicar sus
propuestas –ahí el uso de las redes-, y no tener miedo a la derecha “bruta y
achorada”, que ya demostró su incapacidad y su fracaso para dirigir un país,
camino al progreso y la justicia.
Otro problema
que tenemos en el Perú, es el del grado de corrupción, al cual los diversos
gobiernos nos han llevado, al punto que hoy, un poblador peruano diga: roba
pero hace obras. Qué lástima haber llegado hasta este punto, qué fracaso de la
política y de la educación moral, que pésima enseñanza han dejado por aquí y
por allá los pseudo políticos, muchos de ellos sentados hoy en el banquillo de
los acusados y mañana sin duda, absueltos; García dixit: la plata llega sola.
Ese grave
problema es el que también debe ser atacado de raíz. Ahí, quizá la sangre
nueva, joven, idealista en el mejor sentido de la palabra, pueda aportar. Es tan
necesario el cambio, es tan necesario que las nuevas generaciones construyan
una nueva visión, no sólo política y económica, sino también moral, para desde
ahí irradiar un aire fresco, renovador, especie de alma matinal al conjunto de
la sociedad.
P. Libre, 11
de febrero de 2015