domingo, 29 de diciembre de 2013

NUEVA LEY: SE ABRE UN ESPACIO PARA AVANZAR A LA REFORMA UNIVERSITARIA

En estos días se ha dado en el Congreso de la república la discusión y aprobación del dictamen de la nueva ley universitaria. Luego de batallas múltiples al interior y el exterior del Congreso - los realmente existentes lobbies se batieron en la defensa de los intereses de las universidades privadas- el dictamen finalmente fue aprobado por la Comisión de Educación, y ahora está lista para ser puesta a discusión en el pleno del  Congreso. Con ello se está abriendo una nueva etapa en el desarrollo histórico de la universidad peruana.
A nivel externo, la Comisión que preside el congresista Mora, tuvo que batirse en dos planos: por un lado, frente a la presión mediática de los grupos de poder –no olvidemos que la UPC pertenece al grupo Miró Quesada, dueños del emporio periodístico de “El Comercio”, Canal N, parte de “America TV”, etc. –quienes han ido perfilando lo que al parecer será su estrategia de combate: llevar el debate sobre la universidad peruana al plano ideológico, sosteniendo que no es posible aprobar una ley que atente contra la libertad de empresa y la inversión privada –sustento en el DL 882, dado en la época del fujimorismo-; y por otro lado, en el otro plano, enfrentar a la oposición de las autoridades de las universidades públicas que azuzando con el cuco del “intervencionismo” del estado y la violación de la autonomía universitaria, tratarán de movilizar a estudiantes y docentes en distintas partes del país.
Y sin embargo, la cuestión es muy clara. Todos, o casi todos, coincidimos en que la universidad peruana está en crisis. Las denuncias diversas por enriquecimiento astronómico de los propietarios de las cerca de 100 universidades privadas –ver las denuncias a UPC, lo que ocurre en la Universidad Garcilaso de la Vega, lo que hacen los Acuña con la “César Vallejo”, lo que ocurre con la San Juan Bautista, etc. es clara muestra de ello- a costa de la pésima calidad en el servicio educativo que brindan, así como la inexistencia de laboratorios para la investigación, bibliotecas escuálidas y atrasadas, es buena parte del problema.  Y por el lado de las universidades públicas, los problemas de la formación académica y profesional de baja calidad, el marcado déficit en la producción científica y tecnológica, ligado a las grandes necesidades nacionales, la debilidad en los procesos de planificación, administración y gestión, ligado a los problemas del clientelismo y la corrupción – sin tener la posibilidad real de ponerle un alto por parte de una autoridad superior- pinta de cuerpo entero la gravedad de la crisis.
Por lo tanto que se requiere, de modo urgente una REFORMA DEL SISTEMA UNIVERSITARIO PERUANO, es un clamor nacional. El problema es que dicho cambio estructural, no será nada fácil. Y no sólo porque en el camino, tal como se ha visto, se encontrará mucha resistencia – definitivamente en este punto se darán la mano, el lucro, la lógica de la gran ganancia, con el fundamentalismo y como, no, con los sectores más o menos desinformados- sino también porque al interior de las mismas universidades, las fuerzas o los actores que apuestan por el cambio, son aún muy débiles. Muestra de lo último, es que se ha tenido que esperar a que en medio de una coyuntura especial, aparezca por ahí, un general, que tome casi como una cuestión personal, el tema de la reforma universitaria –apoyado es cierto, por algunos congresistas que se la juegan, como Tejada, Zeballos, el pastor Lay-, para que recién despierten y se pongan en acción algunas fuerzas democráticas y reformistas al interior de las universidades.
Es cierto que la universidad peruana no cambiará de la noche a la mañana, y es cierto también que una ley –como la golondrina- no hace un verano, pero lo que sí es cierto es que con la aprobación de dicha ley – que tiene un montón de vacíos, imprecisiones, defectos- se abre un momento y un espacio para la acumulación de fuerzas para los sectores más sanos, renovadores y democráticos de la universidad peruana. Derrotar a las oscuras fuerzas del poder económico –universidades privadas-, así como a las fuerzas pro status quo –y por tanto, reaccionarias- en las públicas, no será fácil, pero ahí está el gran reto. Que en la discusión que se abre, se precise el carácter y la composición del organismo supervisor – mal llamado Superintendencia, es cierto-, que se determine si se avanza a la anulación del DL 882, que se afine cuánto es lo que debe destinarse para la investigación científica y tecnológica, la conformación de los órganos de gobierno en la universidad, etc. siendo cosas importantes no viene a ser lo más importante. Lo más importante es ver si realmente es posible ganar posiciones en la opinión pública, construir actores sociales y políticos en las universidades con participación de toda la comunidad educativa, alcanzar hegemonía y mayoría en el país pro Reforma de la universidad, poniendo en el centro de la misma, la CALIDAD EN LA FORMACIÓN ACADÉMICA PROFESIONAL, LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS acorde a las necesidades del país.
Ahí está el gran reto, todo los otros, son aspectos que se irán conquistando en el camino. Dicen que soñar no cuesta nada, pues debemos seguir soñando con que algún día, nuestras universidades recuperen su rol de conciencia pública de la nación, así como recuperen su prestigio como centros de producción científica y tecnológica, acorde a las necesidades del país. Todo ello, a su vez, nos permitirá, insertarnos de modo firme, en el acelerado proceso de producción de conocimientos a nivel mundial, vía regia para avanzar por el camino de la soberanía nacional.
P. Libre, 28 de diciembre 2013


NUEVOS ROSTROS, NUEVOS VIENTOS

Con grata sorpresa he podido ver y escuchar la entrevista que CNN Chile, realizó a las dos, hasta hace poco destacadas dirigentes estudiantiles y hoy flamantes diputadas, Camila Vallejo y Karol Kariola.
En principio, no se puede disentir del presentador cuando dice que ambas son exponentes mayores, no solo de la juventud, sino y principalmente de la belleza femenina chilena. Sin embargo, siendo ello importante, no es lo más importante. Porque uno,  a estas alturas de la vida, podría decir, que efectivamente, hay muchachas muy bellas – y aquí en el Perú, por supuesto que las hay, con todas nuestras peculiaridades de raza, de tono de piel y de cualquier otro aderezo- y también muy inteligentes, pero tampoco ello vendría a ser la cualidad más distintiva de las entrevistadas. No. Realmente lo distintivo- y eso es lo que llamó mi atención- fueron sus principios, sus convicciones y sus niveles de compromiso.
Resaltar dicha cualidad en los tiempos actuales, pareciera una cuestión pasadista. Porque ¿quién habla de principios en estos tiempos? Hace unos días, cuando nuestro Vargas Llosa, respondió ante un pedido de Luciana León para que apoye un pedido de exoneración tributaria para las regalías de los escritores contestó que no podía hacerlo “por razones de principios”, la otra se quedó lela, sin poder entender que cosa era lo que nuestro Nobel le estaba diciendo. Y es que el día de hoy, tiempo de la civilización del espectáculo como diría el mismo Mario, lo que prima como móvil del comportamiento humano, no son de ninguna manera las ideas, los principios, las convicciones, que va. Si a un muchacho de hoy, más aún en el Perú, le hablamos de teorías, de doctrinas, de principios, nos miran como a bichos raros, pensando de seguro, que pertenecemos a eras geológicas ya sepultadas por los cataclismos de la historia. Lo que hoy en día, determina el comportamiento de nuestra gente es el cálculo rápido de cuánto es lo que puede ganar con tal o cual acción, lo que prima es si mañana puedo salir en los medios y tentar la gloria de la popularidad, lo que prima es estar en el centro de la noticia, no importa si es que tenemos que hacer el ridículo, o si tenemos que sacar todos nuestros trapitos sucios al aire, no, nada de eso importa, lo importante es ganar dinero, fama, popularidad. Si lo lograste pues ya la hiciste.
En ese contexto llama la atención las declaraciones de jóvenes como la Camila y la Karol. No estoy de acuerdo necesariamente con todas sus ideas, percepciones y apreciaciones sobre la realidad social latinoamericana, sobre la revolución cubana, sobre la democracia, pero sin lugar a dudas no puedo dejar de reconocer que significan un viento fresco en el alicaído y ensombrecido panorama de la política latinoamericana y con mayor razón, política peruana.
En particular es clara y fundamentada su percepción y apreciación de lo que ocurre con la educación. La tesis de que ésta no puede seguir siendo entendida como bien de consumo – a la manera de un televisor, de un auto, de un departamento, etc.- y por lo tanto, al que quiere celeste que le cueste; sino que debe ser entendida como un derecho de todos los ciudadanos de una república, y en tal sentido, es responsabilidad del estado garantizar dicho acceso a la educación en todos sus niveles, con la calidad correspondiente, de todos los niños y jóvenes de esa sociedad. Esto es concordante con la tesis de que no existe ninguna razón, ni lógica, ni moral, que nos empuje a diseñar sistemas, modelos e instituciones educativas de diferente calidad, de acuerdo a la capacidad adquisitiva de las personas. ¿Por qué razón, un niño de Quintaojos –alturas de Huancavelica- no puede acceder a una educación, con el mismo nivel de calidad, a la que accede un niño de San Isidro o de Monterrico?
En realidad cuando podamos avanzar hacia ello, se habrá dado realmente la gran transformación en el Perú. Por supuesto que no es solo eso. Es también el hecho de que aquellos niños accedan a viviendas con los servicios básicos garantizados: agua, desagüe, electricidad, gas natural, internet. Igualmente a servicios de salud, de la misma calidad a la que accede el hombre, o el niño, de Monterrico o La Planicie.
Ahí está el gran reto de la política de los próximos años en el Perú. Claro, lo cual empieza por quitarle la connotación de mala palabra que tiene ésta en nuestro medio. Tendremos que ir entendiendo que un país solo puede cambiar a través de la política. No hay otra forma, y en las democracias, ello pasa por lograr hegemonía cultural e ideológica –como ya lo decía  Gramsci- que al final se expresará en los votos.
Bienvenida pues, la irrupción de estos nuevos rostros, que sin duda, refrescan la avejentada y desprestigiada faz de nuestra política criolla.
P. Libre, 26 de diciembre de 2013