domingo, 29 de enero de 2012

Ignorancia nuestra de cada día…


Un amigo, alto funcionario de la Universidad de San Marcos, me contaba unos meses atrás, que habiendo ido a dar una conferencia a un grupo de empresarios de la reverenciada CONFIEP, y habiendo en la misma, mencionado a una serie de personajes de la cultura peruana, entre ellos con mayor énfasis a José María Arguedas, quedó sorprendido cuando al final de la misma, un hombre, muy bien vestido – acaso Gerente de alguna empresa minera- le dijo: Doctor, muy interesantes los planteamientos del tal señor Arguedas…¿por si acaso Ud. tendrá su correo electrónico?
Converso con una colega joven de la Universidad – estudió la carrera desde mediados de los 90-  respecto a la historia política de San Marcos y de la izquierda peruana, sobre lo que acontecía en la época en que Sendero, recorría los pasillos, lanzando a viva voz, consignas a favor de la Guerra popular y del Pensamiento Gonzalo, durante los 80 y le parece algo increíble. Es una historia que nadie le había narrado.
Veo, hoy domingo, una caricatura del excepcional Carlín en “La República”, donde aparece una gorda periodista de la televisión nacional mostrándoles una foto con el rostro del omnímodo jefe de Sendero a un grupo de despistados  y bien tatuados jóvenes, quienes desafiantes contestan diciendo: solo tasamos a la gente de la farándula, pe´tía…
Y entonces me pongo a pensar en qué es lo que ha pasado en el país, en los últimos 20 años y de qué forma hemos venido educando – como sociedad entera- a nuestros niños y jóvenes.
Los resultados de las diversas evaluaciones internacionales (LLECE 1996, LLECE 2006, PISA 2001, PISA 2003, PISA 2009,) indican que nuestros niños y adolescentes ocupan los últimos lugares de América latina y el mundo en lectura, matemáticas y ciencias. Las propias evaluaciones del Ministerio de Educación del Perú, a regañadientes, han tenido que aceptarlo: nuestros niños de los primeros grados de primaria, no entienden lo que leen. Cuando dichos alumnos terminan su secundaria, luego de haber asistido 11 años a la escuela, son evaluados y resultan siendo Analfabetos funcionales (Gonzáles, 1996).
Y entonces uno dice: Por Dios, que mal estamos. Y pensamos entonces en el fracaso de la escuela, y por ende, lo mal preparados que deben estar nuestros profesores. Todo aquello puede ser cierto. Pero el problema parece que va más allá. Hace un tiempo, en este mismo blog cuando alcanzaba un comentario sobre la película alemana: La cinta blanca, decía, a propósito del autoritarismo en la educación peruana, que el real problema de fondo era que desde ningún punto de vista se estimula, se incentiva, se promueve el pensamiento crítico e independiente en nuestros alumnos:

“En nuestro país, especialmente en las serranías del Perú, el individuo, la persona, mas adelante, el ciudadano, no está formado y capacitado para pensar, tomar decisiones y a fin de cuentas, gobernarse a si mismo. No. Él siempre necesitará de otro u otros, que piensen, decidan y gobiernen su vida”.

Ahora viendo todo lo que está ocurriendo, diríamos, que el problema es mayor. En realidad, no se promueve el pensar, a secas, sin adjetivos.

Hundidos todavía en medio de una educación repetitiva, plena de lugares comunes, harta de creencias y supersticiones – quedó siempre sorprendido, cuando profesores que han asistido a la universidad, creen que pasando el cuy a los niños, efectivamente éstos se curan-, escuelas donde cada día, la lectura y el amor a los libros se ha ido dejando de lado, dando paso en los últimos años a un bombardeo nefasto -cuyas consecuencias precisamente ya estamos apreciando- de la imagen; el panorama que se presenta realmente es aterrador.

Hoy día, los niños, crecen amamantados por la imagen. Todo viene de la televisión – la casi oligofrénica historia de “Al fondo hay sitio”, barre los ratings de sintonía- , las chicas y chicos de hoy, se regodean, espectando los concursos de bailes sabatinos, soñando con algún día, estar ellos mismos ahí, siendo admirados. Que pobre aspiración la de estos tiempos. Los que se dicen, espacios humorísticos, no son más que lugares de encuentros de supuestos chistes del peor gusto, todo ello entremezclado con dosis de travestismo y golpes. Lo importante, ahora es saber cómo le irá en su nuevo matrimonio a la otoñal mujer que hizo famoso su 13, y todavía le sacan primeras planas en los diarios al día siguiente, por el pleito que hubo el día de su boda. Pero por Dios, ¿puede ser noticia de interés nacional, lo que le pasa a una patética señora, que aún se alucina como vedette?
Pero ese es el nivel en que nos movemos. ¿Donde pues, la cultura, donde los buenos libros? Puede el chico o chica de hoy, sentarse a leer, aunque sea por un par de horas, ya no digamos a Dostoievski – por que sonará sin duda, a naftalina- pero por que no leer a Larsson y sus impresionantes historias que pintan la naturaleza humana, en “Millenium”. ¿Donde, la buena música? Aparte de Chacalón, del grupo 5 y de la mecánica del folklore, puede también acercarse a escuchar, ya no a Mozart, Bach o Brahms, sino un buen concierto de Rachmanninov o deleitarse con la hermosa “Rapsodia en azul” de Gershwin. ¿Y donde el deleite ante un buen film? Acercarse a la magistral obra, del último duro de Hollywoood, Cleant Eatswood, no para verlo en “Por unos dólares más” – que también podría ser- sino en sus últimas magistrales creaciones: “El gran Torino”, “Río místico” o “Los imperdonables”.
Pero quizá lo más lamentable de todo este apocalítico panorama, es que la palabra, finalmente, ha ido quedando de lado. Especialmente, la palabra escrita. Aquel gran invento moderno- gracias Gutemberg-, los libros, puestos al servicio de todo el mundo, sufren una crisis de inanición. Llegó la internet, con todas sus bondades – acceso libérrimo a la información mundial- es cierto, pero también con toda su basura. Y en todo caso, ahí, igualmente reina casi de modo absoluto, la imagen. Hoy en día, si no tienes fotos o videos subidos a youtube, no existes.
Y entonces, hoy nos enfrentamos a este duro trance. Acercarse a un adolescente peruano de hoy, con un libro en la mano, es casi como acercarse con el crucifijo al vampiro de la noche. El muchacho siente escalofrío, y en lo más profundo de su mente, piensa, alimentando rabia: Éste quiere que lea

Pueblo Libre, 29 de Enero de 2012


miércoles, 11 de enero de 2012

Los imperdonables

Una de las películas del gran Clint Eastwood, que me faltaba ver era “Los imperdonables”. Anoche la vi y el impacto emocional que me produjo, fue igual o acaso mayor que cuando especté “Río Místico”, “Million dollar baby” o “El gran Torino”.  Qué maestría la de Eastwood para retratar las profundidades del alma humana, las zonas más oscuras y enrevesadas de la psique, que precisamente nos hacen humanos, sencillamente humanos.
La historia es hasta cierto punto muy simple: un par de pistoleros, en verdad criminales a sueldo del pasado, son tentados por un fanfarrón muchachito – eso lo irían descubriendo a lo largo del film- para dar cuenta de un par de matones que han abusado y acuchillado a una prostituta –desfigurándola-  en el pueblo de…y en base a ello, cobrar el botín de 1,000 dólares.
Henry Manny (personaje que encarna Eatswood) se había quedado viudo, se dedicaba a criar chanchos y cuidaba de sus 2 hijos. Hacía 11 años, que se había retirado de aquella vida, plagada de borracheras, violencia y crímenes. Según decía, cuando conoció a su mujer, madre de sus hijos, cambió. Ella le hizo dejar el trago y la mala vida. Pero ahora, pasaba penurias económicas, y en el fondo de su alma, algo le decía que esa no era vida para él. Pero es cuando Kid, llega en su busca, y le propone el negocio de liquidar a ese par de abusivos matones y compartir el botín, y agrega que ese par de cabrones merecen morir por haberle acuchillado el rostro, los brazos y hasta las tetas a la puta, que él se queda pensando. No pasa mucho tiempo, para que, desempolvando su carabina y pistola, aliste su yegua parda y vaya tras él.
En el camino, pasa por casa de su amigo de andanzas de antaño, Ned, magistralmente interpretado por Morgan Freeman – que lo acompañó en “Million dollar baby” y en “Invictus” haciendo de Mandela- y le propone el negocio, de tal modo que los 1,000 dólares se repartirían entre los 3. El amigo tampoco lo piensa mucho y luego, juntos emprenden el camino para dar alcance al Kid. La primera noche, duermen a la intemperie, alumbrados por la cintilante luz de una fogata.  El amigo, entonces, dice que empieza a extrañar su cama, en realidad, más que su cama, Henry, con la mirada perdida en lejanías sin término, empieza a evocar lo que había sido su vida, como maleante y asesino a sueldo. Escenas extraordinarias. Instantes únicos, en que la imagen traduce la cavilación, la memoria, acaso la culpa y detrás de todo ello, el amor perdido, en el agrio y ajado rostro de un hombre, que ha vuelto a las andanzas.  Freud diría que es la compulsión a la repetición, en la vida humana, es decir, el alma que aparece sometida a una fuerza inexplicable, que actuando a contracorriente de su conciencia y voluntad, lo vuelve a llevar hacia los peligrosos acantilados, en este caso, de la violencia y la muerte.
Lo que ocurre después, es muy propio de los westerns ítalo- americanos. Crecí viéndolos, envuelto en un velo de asombro y fascinación. Desde mi mente de niño, no podía explicar, por que aquellos héroes o antihéroes, tipo Django o el pistolero de “Por un puñado de dólares”, desafiando a todas las leyes terrenas y celestiales, eran capaces de liquidar, solos, a cinco, diez o veinte que se le pusiera por delante. Pero como el Henry de esta película, eran pistoleros que no mataban por matar. Un motivo, un propósito, esconde siempre su violenta acción. En este caso, es el afán de vengar la muerte, en verdad, asesinato brutal de su amigo Ned por parte del sheriff del condado, hombre aparentemente justo, pero bestial en lo más profundo.
En el fondo, tras esta síntesis épica de todos los westerns que el cine produjo y producirá, se contempla la lucha y agonía del individuo, que va a contracorriente de lo establecido, hombre que se subleva frente a la injusticia, a su manera, con su estilo, plagado de violencia y muerte, y que cree que en la vida, hay causas por las cuales vale la pena poner en riesgo el pellejo entero. Él hombre concreto, de carne y hueso, actúa impulsado por sus emociones, sus sentimientos, sus valores propios. Él solo se los ha construido a lo largo de su azarosa existencia. No sabe si todo ello estará bien o estará mal, lo único que sabe es que alguna vez, él fue distinto, que luego se quiso volver un hombre normal, y que en circunstancias tan especiales, un mandato del destino –aparentemente son buenas causas: resarcir a la prostituta el daño que le hicieron, llevar una comodidad económica a sus hijos, vengar la muerte del único amigo que le quedaba-, lo lleva nuevamente a la búsqueda, al reencuentro con lo que, alguna vez fue, en la dorada y – así lo creía- perdida para siempre, época de la juventud. Podríamos imaginar el cansino paso de la parda yegua avanzando por entre las llanuras y montes del lejano oeste, portando un jinete, que repite: he vuelto a ser diferente, he vuelto a ser diferente…
P. Libre, 3 de Febrero de 2011


jueves, 5 de enero de 2012

Paris: Visita a la tumba de Vallejo

Hace un tiempo fui víctima de un robo: se llevaron mi maletín conteniendo mi laptop. Lo que más lamenté por esos día, no fue el tanto el valor material de la máquina – que la tenía-, sino todo lo que ella contenía. Lamentablemente, y por un inexcusable descuido, en el mismo maletín llevaba una USB que contenía por seguridad, una copia espejo. Así pues de pronto, me vi privado de una serie de materiales: programas, documentos, fotos, y videos diversos, acumulados en los últimos tiempos. Entre éstos, acaso la pérdida que mas lamento, fue aquel video * que, en medio de sentida emoción, grabé al lado de mi hijo, cuando a inicios del 2,009, pudimos visitar la Ciudad luz. Y particularmente entre todo lo que llegamos a ver y conocer en las mágicas 48 horas que estuvimos por allá, lo más impresionante, fue, sin duda, la visita a la tumba de nuestro genial poeta, en el cementerio de Montparnasse.
Ese día, luego de  maravillarnos en la contemplación de la mítica torre Eiffel, continuamos camino por las orillas del Sena. Contemplando el vaivén de sus aguas claras, soñé que por esos mismos senderos transitaron alguna vez Hemingway, Fitzgerald, Cortázar, o nuestros queridos Ribeyro, Bryce y Mario. Por eso quizá me vino la tentación de querer llevar en un pomito un poco de sus aguas. Así lo hice. Armándome de cierto valor, de modo furtivo, bajé por una de las explanadas, me acerqué al borde y en un descuido de uno de los vigilantes, pude introducir el pomo en las legendarias aguas del Sena. Mi hijo, hacia un lado, contemplaba.  Luego, portando el preciado líquido nos fuimos retirando. Yo feliz, de poder llevarme a mi tierra algo de Paris. Lamentablemente, luego dicho pomito, no pasó el exhaustivo examen hecho en el aeropuerto y con pesar, tuve que dejarlo en manos de una rubicunda e implacable agente francesa. 
Pero decía, que luego de esa excursión por el Sena, nos dirigimos hacia el barrio de Montparnasse. Preguntado por ahí – algo en francés, algo en inglés- nos dijeron que sigamos caminando, hasta llegar a la altura de aquella torre que se veía a lo lejos. Efectivamente seguimos nuestro camino. La torre era el objetivo. Quien diría, que aquello que parecía estar tan cerca, en verdad, estaba a más de 1 kilómetro de distancia. Pero, sacando fuerzas de flaqueza, y combatiendo principalmente el acezante frío, avanzamos. Y finalmente, llegamos. Aquella torre era un emporio comercial, transnacional. Rascacielos deslumbrante, armazón de hierro puro y vidrio templado, que se perdía en medio de las nubes.
Bordeamos pues la Torre y de pronto, ingresamos al mítico barrio de Montparnasse. Era claro, que ya estábamos en el lugar anhelado, centro de concentración bohemia de tantos y variados intelectuales a través del tiempo. Avanzamos por una callecita, plena de casas de primera planta, con flores de variados colores en las ventanas y póstigos. Un poco más allá, la zona de los teatros. Afiches coloridos, cortinas de abigarrados colores, invitaban al ingreso. Seguimos avanzando. De nuestras bocas, tan sólo, vapor, humo, exhalación; en los huesos un frío gélido.
Hasta que por fin dimos con el cementerio. Hacia un lado de la puerta de ingreso, una placa algo grande, contenía nombres de los ahí enterrados. Rápidamente busqué y luego de Balzac, Camus, Gide o Malraux, y antes del legendario Víctor Hugo –fíjense nada más en tamaña compañía-, ahí estaba nuestro cholo querido, el gran César Vallejo. ¡Intensa emoción! Ingresamos. Ahora teníamos que ubicar el pabellón y la tumba. Eso nos llevo unos 10 a 15 minutos. Cuando casi ya estábamos por desistir de la tarea, mi hijo, que se había alejado unos metros, exclamó: ¡Papá, lo encontré¡ Qué maravilla. Venir de tan lejos, y haber podido llegar, finalmente, a la tumba del paisano.
Reverenciadamente nos acercamos. Y en efecto, ahí estaba la tumba con su nombre completo: CESAR ABRAHAM VALLEJO de PERU. Algunas flores marchitas sobre su tumba de piedra. También, sorprendentemente, unos piedritas- al parecer peruanas-, unos choclos ateridos también de frío, y hasta una lámina “Huascarán” –como las que solíamos usar en nuestra época de escolares-, pegada a la tumba, con la imagen del poeta.
En silencio, elevamos una oración por su alma. Nos persignamos y yo pensé que acaso eso era lo que se llamaba, felicidad. Miré con todo amor a mi hijo- fugazmente soñando con que un día, él también, quizá, podría tocar las estrellas con las manos-, lo tomé del hombro y le dije: tarea cumplida hijo. Nos vamos.
P. Libre, 15 de Enero de 2011
*Felizmente pude luego recuperar dicho video, y ahora –habiendo aprendido a subir material por youtube- lo comparto con Uds.

lunes, 2 de enero de 2012

¿Es muy difícil soñar en el Perú?

Escuchaba hoy por la mañana la entrevista que Beto Ortiz realizó por canal 2 a Gastón Acurio, y realmente quedé sorprendido gratamente. ¡Que gran peruano!
Sin duda, es un hombre de éxito, que ha contribuido tanto al posicionamiento de la marca Perú en el exterior, con toda su aventura gastronómica y emprendedora, y sin embargo, hombre pleno de sencillez, franco, sincero; tan distante de la pose del que cree haberlo alcanzado todo y que mira a los demás, simples mortales, como desde un altísimo lugar en el Olimpo.
¿Qué de nuevo aporta al Perú, Gastón?
Él trae una visión positiva, esperanzadora, inclusiva y emprendedora acerca de la realidad, todo ello marcado por un claro sentimiento de amor a su país y a los peruanos. Alejado de los lugares comunes y de las trasnochadas ideologías, Gastón, hace algunos años- poco más de quince- asumió la tarea de revalorar todo lo nuestro, de reafirmar y contagiar el genuino orgullo que siente de ser peruano y de progresivamente, tratar de dar a conocer a nuestro país, al mundo. Para ello, eligió la gastronomía, que fin de cuentas, era su oficio, su profesión. Pero a estas alturas, pienso, que igual podía haber escogido, la frutería, la licorería, productos como el cacao, la chonta o el camu camu, o acaso, aparentemente más distante, el folklore, la vestimenta típica, las costumbres, el hablar o la forma particular del ser y del sentir del peruano; e igualmente la hubiera dado a conocer, orgulloso, a todo el mundo.
Y entonces, lo que queda tras de todo, es el hombre. El hombre, con un sentimiento y una fe inquebrantable, en las virtudes y poderes de lo peruano. ¿De donde puede venirle dicha fe, capaz de arrasar con cualquier obstáculo, y poner en acción a los que le rodean? Uno podría pensar que tiene que ver con su edad: 44 años; algunos de los cuales, los pasó en Europa, particularmente en Paris, estudiando en Le Cordon Blue. Es posible que ello haya influido en su carácter y en su visión. No vivió en carne propia los efectos de la locura hiperinflacionaria del primer García, tampoco, de modo directo, la vesania del terrorismo y la guerra interna. Tamaños males, sin duda, mazazos al optimismo más pintado. Pero más que ello, pareciera ser, que al haber crecido – en todo caso, en los momentos cruciales de la primera juventud- algo distante de las ideologías, tanto de izquierda como de derecha- a pesar que su padre era político de tiempo completo- lo inoculó contra las trasnochadas creencias de que los problemas del Perú, siendo tan graves, complejos y de larga data, solo podrían solucionarse por el camino de las llamadas transformaciones estructurales – llámese revolución socialista o cambio liberal-.
Lo cierto es que el hombre piensa, siente y demuestra, que las cosas empiezan a cambiar cuando la persona cambia, cuando cada uno de nosotros se compromete con el cambio, asumiendo Valores y armándose de una visión para el futuro.
Cuando Gastón habla de su restaurante “La Mar” ubicado en la zona más chic de Manhattan, y dice que a pesar de pagar 30,000 dólares de alquiler y de con las justas afrontar, por el momento, los gastos de mantenimiento, tratando de brindar un servicio de calidad y de alta cocina a los norteamericanos, se siente feliz, por que está dando a conocer al mundo, que el Perú está ahí, junto a los restaurantes de alta cocina de Italia, Francia o Japón.
O finalmente, cuando entornando los ojos, habla de su nuevo proyecto, un restaurante ubicado en la zona más exclusiva de San Isidro, en donde tendrá espacios para un gran biohuerto, que mostrará a los visitantes –incluye el proyecto la idea de admitir niños, para que aprendan a valorar lo nuestro- la inmensa variedad de la flora peruana, en donde los peruanos más humildes, quizá, puedan degustar una sabrosa manzana “Delicia” o un sándwich a bajo precio; y mas allá, tener una especie de pisco- bar en donde los jóvenes saboreen aquel producto de bandera, que es el pisco souer, y claro, también los turistas de todo el mundo, puedan degustar un cebiche de lenguado, pagando el elevado pero justo precio; entonces Gastón, siente que esa es la expresión concreta de la inclusión social en el Perú, y que estaría totalmente de acuerdo de poner ahí un letrero que diga: Prohibido discriminar.
Entonces, si efectivamente, algún día- y va a ocurrir- tenemos funcionando dicho restaurante o lugar de encuentro, y luego de ello- al ver la exitosa experiencia- otros cocineros y/o empresarios imitan el gesto y el proyecto, y todo el país, se empieza a llenar de dichos acogedores lugares, en donde, aunque no esté escrito, se sienta en la atmósfera, que nadie tiene que discriminar a nadie, entonces pensaremos que realmente el Perú empezó a cambiar.
Gracias Gastón, por hacernos pensar y soñar de modo distinto. Algo tan difícil en nuestro país, pero, como tú lo vienes demostrando, perfectamente posible.
P. Libre, 2 de Enero de 2012

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El lugar sin límites

Acabo de terminar de ver la película “El lugar sin límites”, basada en la novela del mismo nombre de José Donoso y dirigida por Arturo Ripstein, gran director mexicano. Film conmovedor, impactante, por momentos, tormentoso, descendiendo hasta las sentinas de la condición humana, pero precisamente, ahí mismo encontrando los valores supremos del hombre: la lealtad, el cariño, la entrega, la generosidad. Aquel personaje de Manuela, queda para siempre grabado en mi memoria cinematográfica, como un ser fascinante, etéreo, como surgido de la más febril fantasía del escritor, pero a la vez tan terrenal y humano. No parece ser extraño a la vena creativa del escritor, nutrirnos con esos personajes disímiles, aparentemente indescifrables. Ahí está la senil y enloquecida abuela de “Coronación” que sin embargo se daba cuenta de todo o el indescifrable Mudito del “Obsceno pájaro de la noche”.  
Por cierto que la película se puede analizar desde varios niveles y dimensiones. Acaso es una película acerca del amor y el sexo en los seres humanos, quizá también se plantea el importante tema de la homosexualidad (latente y manifiesta), algunos dirán: simplemente es una película acerca de putas y un burdel en México. Otro podría decir: no es más que el retrato descarnado de cómo el poder se entrecruza con todo, en un pequeño y olvidado pueblo de México.
Pero quizá analizando a un nivel más profundo, podría ir abriéndose paso la idea de que se trata de una alegoría acerca del anhelo de amor, presente vívidamente en la Japonesa, fundadora del burdel- excelentemente interpretada por la gran Lucha Villa- cuando aparece en el film llorando la partida de su último amante, Pino; que se aprecia también claramente, en el afecto cintilante que despliega su hija, la japonesita, respecto a Pancho, vacilación que va del deseo hasta el temor; y  asimismo, en el afán, de la propia Manuela ante Pancho, por cautivarlo y enamorarlo, a pesar de que en el fondo, presienta que ello precisamente puede ser su perdición.  Es eso, pero además, es también la alegoría acerca de cómo aquella corriente de sentimiento, que acaso subyace en todo ser humano, por lo general se encuentra entrecruzada, con otra poderosa corriente afectiva, que es la del odio soterrado y el resentimiento ante aquellos que creemos o sentimos que nos hicieron daño, la rabia frente al mundo, frente al diferente, pero que se parece tanto al si mismo; a fin de cuentas, una especie de vocación por lo nefando, especie de pasión por lo destructivo.
Es cierto que el cráter de la película, se da cuando Pancho, que en el fondo ha ido al burdel para encontrar a la Manuela, viéndose una vez más envuelto en el arte de su danza y en la bella historia que ella empieza a narrarle – cuanto de erotismo contiene la palabra bien dicha, la historia bien contada, ah- todo lo cual exacerba su deseo y las ganas de estar con “ella”, se ve de pronto descubierto por el cuñado, cuando está a punto de darle un beso. De inmediato, él niega, lo que los ojos del otro han visto, y entonces la emprende contra la Manuela, golpeándola y llenándola de insultos. Luego, ella huye del lugar y el cuñado, que ha quedado “tocado”, le dice, destilando odio en los ojos: ¡Hay que seguirlo¡ Y es ahí, que aquella persecución termina con la muerte, mas bien, el asesinato de la Manuela. Especie de pensamiento mágico, por medio del cual, eliminando al otro, al diferente, en este caso al afeminado, al maricón, Pancho y su cuñado, eliminan cualquier posibilidad de verse atraídos por ello, o más aún de confundirse o de sentir vibrar dentro de sí mismos, su tendencia homosexual.
Pero es interesantísimo, también ver como aquel típico macho mexicano y latinoamericano, trata a la mujer. Se expresa con claridad, cuando previa a toda esta escena, Pancho, pretende, al principio, violentar sexualmente a la japonesita, ahí mismo, a un lado de la barra, frente a las demás putas- como para demostrar lo macho que es- pero cuando ve la resistencia de aquella, que le dice para pasar al cuarto si es quiere hacerlo; empieza a insultarla y maltratarla.  ¿No hay acaso aquí también una línea de explicación acerca del comportamiento vil y malsano de todos aquellos hombres que odian a las mujeres?
Por lo demás, la película, es sensacional en su realización: el color, el ritmo, la atmósfera que se logra crear, para trasmitir precisamente, la sensación de estar ahí mismo, en el centro de aquel embrujado universo, pleno de putas, licor y boleros de  la Sonora Matancera, es de primera. Pero mas allá de la gran capacidad creativa y los recursos técnicos que pone en juego, el director, la película se sostiene sobre la base de una buena historia. Consistente de principio a fin, sólida, que mantiene al espectador – y de seguro al lector- en vilo, hasta tratar de llegar al final; con personajes bien diseñados, únicos, perfectos diríamos desde el punto de vista de la creación artística y literaria, pero a la vez, tan reales y próximos a la realidad.  Una historia, que una vez más, diríamos, desciende, a lo más hondo de la condición humana: burdel, sexo pagado, el poder expresado en la figura del diputado, que se refocila, igualmente haciendo valer su poder, pidiendo a las putas nuevecitas para él, machismo, licor a raudales, homosexualidad, con personajes tan lejanos a los burguesotes que vemos en “Coronación” o los escritores diversos que aparecen en “Historia personal del boom”, pero acaso precisamente, con todo ello, marca Donoso, su carácter contestatario, inconformista y rebelde mostrado desde temprano, tanto en su vida, como mas tarde en su producción escrita. No olvidemos que al terminar la secundaria, abandonó el hogar paterno para irse a la Patagonia, donde termina trabajando de peón en una hacienda y aprende a capar carneros. Y en su obra escrita, cuando en “El obsceno pájaro de la noche”, alumbra a aquellos personajes sucios, harapientos, granujientos, sucios,  que son los que dan vida realmente a la historia.
Larga vida pues a Donoso y su obra, con su mundo sórdido, pleno de personajes inclasificables, que al mostrarnos el lado oscuro de nuestra condición, no hace más que hacernos ver la plenitud y complejidad nuestra condición humana entera.
P. Libre, 1 de Enero de 2012

PD: aquí les alcanzo la dirección electrónica de la película: http://www.youtube.com/watch?v=6T8ObxhK6Mg&feature=related

Un nuevo año: renacen las esperanzas

Amigos, hace dos noches despedimos el año viejo. Todo Lima cerca de las 12 de la noche, relumbró con fuegos artificiales miles, la ciudad entera se llenó de color, humo y fantasía. Nos despedimos del 2011, acaso hicimos un breve balance mental de lo que logramos y de lo que nos faltó, y en medio de los brindis, íntimamente perfilamos algunos deseos para el nuevo año. A fin de cuentas, estos ritos también nos sirven como una especie de renovación de las esperanzas acerca de un mañana mejor, individual y por que no, colectivo.
De todo corazón, deseo que cada uno de sus anhelos se hagan realidad.
Debemos seguir soñando con un mañana distinto, inclusivo, mejor, para todos los peruanos.
Un gran abrazo.
Ricardo