domingo, 29 de enero de 2012

Ignorancia nuestra de cada día…


Un amigo, alto funcionario de la Universidad de San Marcos, me contaba unos meses atrás, que habiendo ido a dar una conferencia a un grupo de empresarios de la reverenciada CONFIEP, y habiendo en la misma, mencionado a una serie de personajes de la cultura peruana, entre ellos con mayor énfasis a José María Arguedas, quedó sorprendido cuando al final de la misma, un hombre, muy bien vestido – acaso Gerente de alguna empresa minera- le dijo: Doctor, muy interesantes los planteamientos del tal señor Arguedas…¿por si acaso Ud. tendrá su correo electrónico?
Converso con una colega joven de la Universidad – estudió la carrera desde mediados de los 90-  respecto a la historia política de San Marcos y de la izquierda peruana, sobre lo que acontecía en la época en que Sendero, recorría los pasillos, lanzando a viva voz, consignas a favor de la Guerra popular y del Pensamiento Gonzalo, durante los 80 y le parece algo increíble. Es una historia que nadie le había narrado.
Veo, hoy domingo, una caricatura del excepcional Carlín en “La República”, donde aparece una gorda periodista de la televisión nacional mostrándoles una foto con el rostro del omnímodo jefe de Sendero a un grupo de despistados  y bien tatuados jóvenes, quienes desafiantes contestan diciendo: solo tasamos a la gente de la farándula, pe´tía…
Y entonces me pongo a pensar en qué es lo que ha pasado en el país, en los últimos 20 años y de qué forma hemos venido educando – como sociedad entera- a nuestros niños y jóvenes.
Los resultados de las diversas evaluaciones internacionales (LLECE 1996, LLECE 2006, PISA 2001, PISA 2003, PISA 2009,) indican que nuestros niños y adolescentes ocupan los últimos lugares de América latina y el mundo en lectura, matemáticas y ciencias. Las propias evaluaciones del Ministerio de Educación del Perú, a regañadientes, han tenido que aceptarlo: nuestros niños de los primeros grados de primaria, no entienden lo que leen. Cuando dichos alumnos terminan su secundaria, luego de haber asistido 11 años a la escuela, son evaluados y resultan siendo Analfabetos funcionales (Gonzáles, 1996).
Y entonces uno dice: Por Dios, que mal estamos. Y pensamos entonces en el fracaso de la escuela, y por ende, lo mal preparados que deben estar nuestros profesores. Todo aquello puede ser cierto. Pero el problema parece que va más allá. Hace un tiempo, en este mismo blog cuando alcanzaba un comentario sobre la película alemana: La cinta blanca, decía, a propósito del autoritarismo en la educación peruana, que el real problema de fondo era que desde ningún punto de vista se estimula, se incentiva, se promueve el pensamiento crítico e independiente en nuestros alumnos:

“En nuestro país, especialmente en las serranías del Perú, el individuo, la persona, mas adelante, el ciudadano, no está formado y capacitado para pensar, tomar decisiones y a fin de cuentas, gobernarse a si mismo. No. Él siempre necesitará de otro u otros, que piensen, decidan y gobiernen su vida”.

Ahora viendo todo lo que está ocurriendo, diríamos, que el problema es mayor. En realidad, no se promueve el pensar, a secas, sin adjetivos.

Hundidos todavía en medio de una educación repetitiva, plena de lugares comunes, harta de creencias y supersticiones – quedó siempre sorprendido, cuando profesores que han asistido a la universidad, creen que pasando el cuy a los niños, efectivamente éstos se curan-, escuelas donde cada día, la lectura y el amor a los libros se ha ido dejando de lado, dando paso en los últimos años a un bombardeo nefasto -cuyas consecuencias precisamente ya estamos apreciando- de la imagen; el panorama que se presenta realmente es aterrador.

Hoy día, los niños, crecen amamantados por la imagen. Todo viene de la televisión – la casi oligofrénica historia de “Al fondo hay sitio”, barre los ratings de sintonía- , las chicas y chicos de hoy, se regodean, espectando los concursos de bailes sabatinos, soñando con algún día, estar ellos mismos ahí, siendo admirados. Que pobre aspiración la de estos tiempos. Los que se dicen, espacios humorísticos, no son más que lugares de encuentros de supuestos chistes del peor gusto, todo ello entremezclado con dosis de travestismo y golpes. Lo importante, ahora es saber cómo le irá en su nuevo matrimonio a la otoñal mujer que hizo famoso su 13, y todavía le sacan primeras planas en los diarios al día siguiente, por el pleito que hubo el día de su boda. Pero por Dios, ¿puede ser noticia de interés nacional, lo que le pasa a una patética señora, que aún se alucina como vedette?
Pero ese es el nivel en que nos movemos. ¿Donde pues, la cultura, donde los buenos libros? Puede el chico o chica de hoy, sentarse a leer, aunque sea por un par de horas, ya no digamos a Dostoievski – por que sonará sin duda, a naftalina- pero por que no leer a Larsson y sus impresionantes historias que pintan la naturaleza humana, en “Millenium”. ¿Donde, la buena música? Aparte de Chacalón, del grupo 5 y de la mecánica del folklore, puede también acercarse a escuchar, ya no a Mozart, Bach o Brahms, sino un buen concierto de Rachmanninov o deleitarse con la hermosa “Rapsodia en azul” de Gershwin. ¿Y donde el deleite ante un buen film? Acercarse a la magistral obra, del último duro de Hollywoood, Cleant Eatswood, no para verlo en “Por unos dólares más” – que también podría ser- sino en sus últimas magistrales creaciones: “El gran Torino”, “Río místico” o “Los imperdonables”.
Pero quizá lo más lamentable de todo este apocalítico panorama, es que la palabra, finalmente, ha ido quedando de lado. Especialmente, la palabra escrita. Aquel gran invento moderno- gracias Gutemberg-, los libros, puestos al servicio de todo el mundo, sufren una crisis de inanición. Llegó la internet, con todas sus bondades – acceso libérrimo a la información mundial- es cierto, pero también con toda su basura. Y en todo caso, ahí, igualmente reina casi de modo absoluto, la imagen. Hoy en día, si no tienes fotos o videos subidos a youtube, no existes.
Y entonces, hoy nos enfrentamos a este duro trance. Acercarse a un adolescente peruano de hoy, con un libro en la mano, es casi como acercarse con el crucifijo al vampiro de la noche. El muchacho siente escalofrío, y en lo más profundo de su mente, piensa, alimentando rabia: Éste quiere que lea

Pueblo Libre, 29 de Enero de 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario